DE CERROS, DE COLORES, DE ALEGRÍAS… (Santa María — S S de Jujuy 390 kms)

Para quienes gustan de paisajes montañosos con quebradas, ríos, valles, cielos azules salpicados con nubes, clima seco, buen estado de las rutas, sol intenso, temperaturas de 25 ° C y cerros de colores rojos, sepias y amarillos…, el trayecto que va desde Amaicha del Valle hasta Alemanía (con acento en la “i”) pasando por Cafayate (La capital del vino argentino) es el indicado.
Como muestra va este video del día de hoy.

http://www.youtube.com/watch?v=6BA896wmXA0

Mañana, Dios mediante, trataré de llegar a la Quiaca. Son unos 290 kms de recorrido, y se pasa por lugares de una belleza única, como Tilcara, Humahuaca y Abra Pampa.

De lo que no estoy seguro es si entraré a Bolivia por La Quiaca — Villazón o deberé volver a Jujuy para tomar la ruta 34 y entrar por Prof Salvador Mazza — Yacuiba. Esta variable me insume un recorrido extra de 290 kms que corresponde al regreso de La Quiaca a Jujuy.

Todo dependerá de la información que me den respecto al estado de los caminos.

En cuanto a San Salvador de Jujuy. Es sorprendente como ha cambiado desde la última vez que anduve por aquí en moto en el año 2007. Como todas las cosas ha cambiado para bien y también para mal.

En cuanto al "para mal". Noto que la globalización está diluyendo su identidad cultural de estos pueblos y culturas originarias, tan específicas y diferenciadas —destrozando, por ejemplo, el silencio reparador de estas sagradas regiones—, a cambio de una hibrides nacional vacua espantosa e irreflexiva que no es ni Chicha ni Limonada, como dicen en el norte; la hibrides de los altoparlantes a todo volumen con el “Chiqui-chiqui” en las plazas públicas, la de los iPod juveniles en los paseos lustrosos de los Schopping Center, con sus dicroicas, sus aceros inoxidables, sus escaleras mecánicas, sus nadas... que no conducen a ninguna altura.

La misma impresión que tendría —si tuviera que expresarlo metafóricamente—, si viera a una auténtica “Chola” peruana, con sus atuendos típicos y su cultura milenaria, sentada en un Schopoing Center consumiendo un Hot Dog. Sería un acto de rendición inaceptable en el corazón mismo de la absurdidad que la desangra día a día. Una entrega de su sagrados tesoros a cambio de nada.

Porque la nada —el vacío, el nihilismo, lo profano—, es, justamente, lo que nos significa como hombres de la pos-modernidad...

Pese a quien le pese...
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San Salvador de Jujuy, 26 de setiembre de 2010
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