DESCANSO EN VILLA AVECIA (BOLIVIA 2006)

miércoles, 20 de octubre de 2010

MACHALA—CUENCA, Ecuador (220 Kms)



Me levanto. Corro las cortinas para ver el día y…. ¡Mierda…! Lluvia fina y cielo gris. Cerradamente gris.
Así comenzó la jornada del día de hoy. Eran las 8 de la mañana. Enseguida pensé en los cuatro mil y pico de metros que debía subir para llegar a Cuenca, en la lluvia continua o en la neblina y el frío que me esperaban en esas alturas. ¡No importa! me dije. ¡Avanti…!

Preparé los petates como si nada ocurriera, desayuné tranquilo, relajado, seco; hice el checkout, me puse el casco y partí. Mojado...

La salida fue complicada por la intensidad del tránsito vehicular, tránsito de todo tipo y tamaño, que circulaba desde y hacia Guayaquil. Pero también complicada porque la ruta es angosta y no reúne las condiciones de seguridad que debería tener siendo como es una vía troncal.

Tuve que pasar por innumerables pueblitos ruteros que obligaban a demorar la marcha con lomos de burros pronunciados que algunos estaban pintados y otros no. Esto originaba que uno a veces no los viera por lo gris de la lluvia y los tuviera que cruzar a una velocidad en que la moto pegaba un brinco molesto y sorpresivo.

La ruta, entre algunos de estos poblados, se tornaba claustrofóbica. En ambos costados del angosto camino, y sin banquina, se extiendian las plantaciones de bananos y plátanos que se te venían encima….

No pienso. Me concentro en la ruta. La lluvia me molesta. Utilizo mi mano izquierda como limpiaparabrisas. Comienza a hacer frío. Un perro se cruza en el momento menos oportuno. Casi me lo llevo por delante. Más pueblos. Los niños en la banquina esperan el colectivo con sus uniformes escolares. Olor a podrido. Olor a orines. Una madre toma s su niño de la mano y se cruza sin mirar. Como si nada. Sigue el olor, ahora a frito. La lluvia no cesa, me molesta, se filtra por mi cuello. Un camión con acoplado, largo, demasiado largo, me demora. Humo por el escape. ¡Tranquilo, tranquilo....! Más lomos de burro. Mantengo la concentración. No puedo distraerme, ni cometer ningún error, ni impacientarme, porque todo se va a la mierda.

De pronto el paisaje y el clima cambió. La lluvia dejó de molestar y la foresta se volvió más tupida, más selvosa; la imaginé imposible de caminar por la cantidad y variedad de plantas que se entrecruzaban, se abrazaban, se penetraban y se enredaban entre sí.

Ya recorridos cien kilómetros de Machala y a setenta de Guayaquil tomé por otra ruta que se abre y que me llevó por el Parque Nacional Cajas directamente a Cuenca. Fueron 111 kms de ascenso continuo hasta más de cuatro mil metros snm. La ruta es nueva pero, a pesar de serlo, tiene desvíos continuos por arreglos permanentes.

Tuve que tomar este otro camino, que es más largo porque el habitual estaba cortado por un derrumbe.

Al comenzar a ascender también comenzó el frío y la neblina. Ésta, por momentos, era total. Casi no veía a 5 metros de distancia. Sólo me limité a seguir los consejos que para estros casos se dan: encender todas las luces y no detenerse

El paisaje era muy bonito pero no tenía la contundente belleza constante (no de a ratos) de los cerros del altiplano peruano.



Llegué a Cuenca a las primeras horas de la tarde. Descansado y con buen semblante.

......................k.................
.................................................Al llegar al hotel de Cuenca
CUENCA
La ciudad de Cuenca no me impactó como esperaba. Quizá me había hecho demasiadas ilusiones. Me la imaginé antigua, sin mezclas desagradables, con su arquitectura colonial llamativa y señorial; con sus espacios públicos preparados para el turismo actual. Nada de eso vi.

Quizá esté mal acostumbrado por la experiencia de caminar y alucinarme con ciudades como el Cusco, o Arequipa, o Tacna, u otros lugares de inefable belleza del Perú. Quizá. No lo sé

A pesar de todo, lo más llamativo, como patrimonio arquitectónico de la ciudad, fue en mi caso, la Catedral, con sus grandes portales y detalles en mármol (Ver "Fotos de la jornada". Esta piedra caliza abunda en Cuenca. Se la ve colocada en los pisos de las casas: en los baños, en los patios….)


Catedral de Cuenca...............mmmmColumnas en mármol...nnnnnnnn.Cúpulas
En síntesis: Cuenca es una ciudad rara, algo descuidada, algo sucia y con un discurso turístico publicitario que no coincide con lo que uno ve en realidad. La catedral no impacta del todo, es fría, inconclusa, lo mismo sucede con su arquitectura colonial y sus calles empedradas.

No vi pintores, ni poetas, ni escultores en sus calles, paseos y plazas a pesar de la fama que le hicieron de ser el centro cultural, poético, musical, y pictórico de Ecuador. Me la imaginaba, en función de dicha publicidad, como Florencia, con sus calles pobladas, a toda hora, de artistas de todo tipo y género. Nada de eso vi.

Por esta razón, y por otras más, mañana continuaré viaje a Salinas, primera localidad costera que da inicio a la ruta del sol, sin detenerme siquiera en Guayaquil.

Me aconsejaron que no debía alojarme allí, no sólo por razones de seguridad sino por que no hay casi nada original para ver. Entendiéndose por "original" todo aquello que no responde a los parámetros de la posmodernidad. Y como me espanta el tumulto… ¡Good by, Gauyaquil! desde el camino de circunvalación te saludaré con el corazón.

MISCELÁNEAS
Me encontré, en circunstancias diferentes, con dos norteamericanos de alrededor de setenta años cada uno. Casualidad en las nacionalidades. Casualidad en las edades.

Al primero le pregunté porqué había decidido quedarse a vivir en Cuenca. Me respondió decidido:

— ¡Ouh…! Pour quéi...?! Pour la calidez de su gente

Al segundo le pregunté lo mismo y me respondió:

— ¡Ouh…! Pour quéi...?! Pour la calidez de su gente

Y hubo un tercero al que también le pregunté. Fue a mí mismo:

—Luis, qué te gustó en realidad de Cuenca?
—¡Oh…! Qué me gustó....?! La calidez de sus gente. eso me gustó.
Es una calidez única, auténtica. No la calidez de la sonrisa fácil. No, esta calidez es afectuosa. Nace del corazón, no de la razón que duerme su sueño de grandeza creando monstruos. No, es la calidez que a mí me gusta.

Ese es el mejor recuerdo que me llevo de Cuenca. El mejor homenaje que le hacer.

Cuenca , Ecuador, 20 de octubre de 2010
© Todos los derechos reservados

5 comentarios:

Roberto de SF dijo...

Buen dia Luis....buena proa Salinas!!..llego la hora de dejar tu beeme en el malecón, y pensar en langostas, camarones, corvinas, pulpos, etc. y por que no tirar la caña a un espada!!jajaj.... bienvenida Ruta del Sol!!!!excelentes relatos Luis,lo haces tal cual es...muy bueno!!un abrazo, amigo!!

PAYMA dijo...

Será pecado envidiarte un poquito?

Anónimo dijo...

Que maravillosos relatos Gù, es como si estuvieramos realizando contigo este viaje, como palpar la lluvia, como saltar contigo en tu moto en cada lomo de burro, como si observaramos atònitos esa selva impenetrable. Gracias por darnos todos los dìas un poquito de todo esto. Que Dios te Bendiga y sigas por esas rutas con tanta alegrìa. Desde Santa Marìa todos juntos. besos.

Anónimo dijo...

Hola Luis. Me alegra saber ue estas disfrutando el viaje. Todo muy lindo pero tendrian que eliminar el tramite de frontera que tanto te esta torturando, ja ja.Nuevamente gracias por compartir tu recorrido.Que sigas teniendo un exelente viaje. Un abrazo, Adriana

Unknown dijo...

Que buena descripcion de un viajero de largas distancias! que bueno poder compartir el viaje desde aca Luis. Un abrazo!