DESCANSO EN VILLA AVECIA (BOLIVIA 2006)

viernes, 12 de noviembre de 2010

CARTAGENA—SANTA MARTA (235 Kms)


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—Saldremos del puerto de Cartagena el jueves 18 del Cte. Navegaremos durante 5 días por las aguas del Caribe, descenderemos en dos islas caribeñas para visitarlas y conocerlas y llegaremos a la ciudad de Colón, en Panamá, recién el día 23.

Este fue el comentario que me hizo por teléfono el dueño del velero, un brasilero recomendado por Vicente Bertely Busquets, un amigo cibernético mexicano que hizo el cruce con él en otra oportunidad. No conozco mayores detalles de este viaje, pero sé que se trata de un crucero turístico y que con él, o gracias a él, podré llegar a Panamá, para iniciar el recorrido por Centroamérica, etapa previa a mi destino final: México DF.

Digo "gracias a él" porque hacerlo de la manera, tradicional, o habitual, vale decir en un carguero común, como carga bruta, es un trámite complicado y riesgoso. Se debe entregar la moto con la llave puesta para que la carguen en un contenedor, junto a otros vehículos, sin garantizarte nada: ni la seguridad de la moto ni lo que dejas como equipaje o instrumental en ella. Por otro lado uno, como propietario del vehículo, debe viajar lejos de su querida, en avión o en otro barco, y esperarla para la entrega en los galpones de la Aduana panameña. Espera complicada porque suele demorarse más de lo debido. Me hablaron de hasta casi siete días.

SANTA MARTA
Con esta grata noticia de saberme casi embarcado, y aprovechando este tiempo de espera para la partida, decidí conocer Santa Marta, una ciudad costera del noreste de Colombia, sobre el Mar Caribe. El recorrido fue corto, de apenas 235 kms "en horizontal", junto a la costa caribeña, rodeado de una intensa vegetación. La temperatura en los inicios del día, fue tolerable en la medida en que circulaba a 120 kms por hora.

En el trayecto crucé la ciudad de Barranquilla, una ciudad de mucho tránsito, con sus calles troncales destruidas, con tapones insufribles en medio de un intenso calor. Una especie de ingreso a la ciudad argentina de Comodoro Rivadavia, en la provincia del Chubut, pero multiplicado por diez.

Al poco de superarla, harto de tanto desorden vehicular, crucé el río Magdalena que la bordeaba por la margen este. Es un río muy caudaloso similar a nuestro río Paraná con el mismo color marrón de sus aguas profundas. Allí vi a los pescadores con sus redes recogiendo el fruto diario de su trabajo.
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Río Magadalena y la ciudad de Barranquilla junto a sus márgenes
INUNDACIÓN Y POBREZA EXTREMA
A medida que me aproximaba a Santa Marta —a tan solo 94 kms de distancia—, atravesé varios poblados inundados, entre ellos "Ciénaga" y "Pueblo Viejo". Las aguas estaban contaminadas y rodeaban los exteriores de las humildes viviendas que mostraban sus marcas por la humedad invasiva, de color verde moho, en sus cansadas paredes. Las familias completas estaban sentadas en los lugares más altos y "secos". Sentadas como si estuviesen en la playa, frente al mar, contemplando el panorama, como si nada grave hubiese pasado. Se veían resignadas, completamente resignadas a la ineficiencia y corrupción de años de un estado "democrático" que sólo supo llegar a "su pueblo profundo" con sabia demagogia anestesiante.
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Cuando me detuve para registrar las imágenes, los sufridos pobladores se levantaban de sus sillas y me saludaban con los brazos abiertos como si sintieran orgullo al ser fotografiados.
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Poblados de "Ciénaga" y "Pueblo Viejo" totalmente inundados, cerca de Sta Marta.
Al seguir avanzando en medio del drama adormecido y adormecedor, sentí temor en el camino, porque algunos grupos de jóvenes negros, descalzos, con el torso desnudo, quizá algo más concientes e indignados por esta situaación de injusticia que los demás, cortaban la ruta con palos y cadenas en actitud amenazante y provocativa para que uno se detuviera obligatoriamente. ¡¿Detenerme ...Y después...?! Ese era mi temor.
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Ya me habían advertido que lo que había que hacer en estos caso era todo lo contrario de lo que el instinto aconsejaba: había que acelerar con más fuerza y atropellar, caiga quien caiga. Y así lo hice. Saltaban hacia un costado con los puños cerrados y los palos en alto. Uno de ellos casi me toma del brazo con fuerza, pero supe esquivarlo con maestría.

Contado así parecería de mi parte un acto de prepotente soberbia e inconsciencia solidaria para con los damnificados. Pero para comprenderlo en su real dimensión habría que estar sentado en la moto —en ese lugar extraño, exaltado, inundado— con ese aspecto de yankee millonario que damos los argentinos y donde la policía brillaba por su ausencia.

Superados estos obstáculos en la ruta (fueron cinco los retenes populares) llegué a Santa Marta tenso, molesto e incómodo. Me alojé en un hotel cercano a la playa, en un barrio turístico llamado El Rodadero.
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Me lo habían pintado como lo más elegante dentro del área urbana. Una especie de Pinamar después de una intensa gripe, con fiebre y accesos graves de tos, donde las aguas servidas corrían por algunas calles que daban a la playa, como algo natural, y donde nadie, salvo los turistas extranjeros, lo advertían.

En una de estas playas almorcé un típico plato caribeño, bajo la sombra de una palmera y la vista infinita del mar como única compañía.


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Durante la noche caminé por el Malecón, que había sufrido los embates de un mar embravecido, y por algunas callecitas del centro histórico de Santa Marta.

Ya cansado de tanto andar, regresé en una buseta al hotel del Rodadero, que estaba bastante alejado del centro. El calor y la humedad no cedieron sus reales ¡Y menos aún adentro de la buseta que estaba repleta de pasajeros humedecidos y transpirados! Mi piel dorada por el sol brillaba como si me hubiese embadurnado con aceite de oliva o vaselina. Me sentía pegajoso por todos lados.

LA QUINTA SAN PEDRO ALEJANDRINO

Nombre de la Quinta....................Cama donde murió Bolivar.....Patio interior de la casona
Hoy viernes visité la Quinta San Pedro Alejandrino. Lleva ese nombre en honor al mártir español. Es una hacienda fundada el 2 de Febrero de 1608 por Don Francisco De Godoy y Cortesía; fue el lugar en donde el Libertador Simón Bolivar pasó sus últimos días.

La Quinta se encuentra ubicada en el barrio Mamatoco, en la ciudad de Santa Marta, departamento del Magdalena. La Quinta, junto con el monumento al Libertador que se encuentra en su predio, es considerada el Santuario de la patria.

El Libertador llegó allí el 6 de diciembre de 1830. Fue ofrecida para su alojamiento por don Joaquín de Mier.
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Después de haber renunciado a la presidencia, Bolivar planeó viajar a Jamaica y luego a Europa, pero su estado de salud se lo impidió. Murió en esta hacienda el 17 de diciembre de 1830 a la una de la tarde bajo el peso de graves enfermedades: tuberculosis, cirrosis, y problemas renales, entre otras.

Visité la alcoba y la humilde cama, cubierta con la bandera de Colombia, donde falleció; pude conocer los utensilios para su aseo personal: una escupidera y la tina donde los esclavos lo bañaban y lo curaban. También el sillón de terciopelo rojo donde se sentaba a reflexionar y a escribir; y otros muebles de gran valor histórico y testimonial.

Pude ver la reproducción de su cuerpo, en mármol blanco, después de muerto. Era un hombre pequeñito, de 1,60 mts de altura y no más de 50 kgs de peso. Una muestra cabal de que tanto el coraje como el honor no necesitan de un cuerpo escultórico. Su rostro estilizado y fino contrastaba de manera brutal con la tosca y rugosa fealdad de un verborrágico Chávez que pretende emularlo, patéticamente, en virtudes, en nobleza y en coraje.

Qué rica historia la de este valiente soldado habiendo muerto tan joven, apenas a los 47 años de edad.

EL TESTAMENTO Y SU ÚLTIMA PROCLAMA
Bolivar, sentado en su sillón de treciopelo rojo, dictó sus últimos legados el diez de diciembre de 1830, el Testamento y su Última Proclama. Allí expresó:

Colombianos,
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad.

Me separé del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la libertad.

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He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.

Al desaparecer de en medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su espada en defender las garantías sociales.

¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo bajaré
tranquilo al sepulcro.

Simón Bolivar. Hacienda de San Pedro, en Santa Marta, a 10 de diciembre de 1830.

SANTA MARTA

La Iglesia Catedral. .................... Estatua a Bolivar......ee... El Altar de la Patria (Quinta SPA)
No hay mucho más por conocer en Santa Marta. Una ciudad desbordada por el intenso tránsito vehicular; por el calor y la humedad excesivos; por los vendedores ambulantes —auténticos acosadores desplazados de la sociedad, que se apoderaron del espacio público como último recurso para un sustento económico digno—; por la basura acumulada de todo tipo que es arrojada en sus plazas, aceras, calzadas, baldíos, por la mayoría de sus pobladores, y sin escrúpulos; por su malos olores, etc...

Es una ciudad fea. Y hay que decirlo con todas las letras. El mito de ¡Guau… Santa Marta…, Barranquilla…, Cartagena…, o Bogotá... qué ciudades maravillosas recorrerás...! ¡Verso! No es cierto. Las fotos en Google las podrán mostrar maravillosas. Pero en la realidad no lo son. Son ciudades que perviven gracias a sus Centros Históricos. Que tampoco son tan ¡Guau...! porque muchos de ellos están abandonados a la buena de Dios. Todo lo demás, lo que no pertenece a la historia... es deprimente e indigmante, más aún cuando se conocen las causas que le dieron origen a esta tragedia y que aún subsisten: la corrupción y el narcotráfico fundamentalmente, entre otras. “Al Pan Pan y al Vino… Vino”
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CABO DE LA VELA (La Guajira)
En cuanto a mi viaje al Cabo de la Vela en la Guajira, decidí no realizarlo por varias razones. Entre ellas porque el Cabo de la Vela está demasiado alejado de Cartagena, lugar donde deberé regresar en un par de días. La otra razón es que no existen servicios mínimos para el alojamiento. Ni siquiera agua corriente. Y la tercera es que la lluvia en estos momentos domina toda la geografía de la Gaujira.

A cambio me quedaré en Santa Marta descansando en el Hotel hasta el domingo para regresar recién a Cartagena el próximo lunes. Allí ajustaré, con mi amigo del Velero, detalles del embarque a Panamá, de la moto y el mío.

De Colombia, a decir verdad, estoy cansado. Y debo ser franco.

Santa Marta, Colombia, 12 de noviembre de 2010
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

sos un grosso LUIS...hoy si que te envidio...con cariño y sin maldad, pero confieso que hoyyyy te envidio....beso grande y que sigas disfrutando la vida en trago largo como lo estas haciendo....EU (Pepa)

Luis dijo...

Luis, sigo tus cronicas de viaje con atencion. Espero el correo para saber que has ingresado al link los detalles de la ultima etapa. Felicitaciones por lo que estas haciendo, y debo decirte que siento una especie de envidia y admiracion por lo que estas haciendo, ya que esta aventura seguramente te resultara muy enriquecedora.
Un abrazo. Luis V.

Siloe_ Sombra dijo...

Llevo atraso de visitas pero las ire desgranando una a una... problemas familaires me alejan de aqui pero te ire leyendo y siguiendo tu recorrido, cuidate.
Reme.